miércoles, 4 de agosto de 2010

LAS HIPOTECAS QUE CAMBIARON EL MUNDO

Hola navegantes, esta es una reflexión sobre mayor crisis en la historia de la economía moderna, como se origino, y en que medida esta misma esta cambiando la forma en la que se va a trabajar en las empresas y las economías desarrolladas en los próximos años y durante un gran periodo. Espero como siempre que os guste, y que dejéis vuestros comentarios y criticas. 



Las hipotecas se juntan por miles, buscando algunos criterios de agrupamiento, hipotecas que tienen que ver con el perfil de las personas hipotecadas o con su riesgo, es decir, se titulizan de forma que se asumen unos riesgos de insolvencia mayores, a cambio de un tipo de interés mucho mayor a la media del mercado. Esta situación provoca una entrada de capitales inmovilizados en los mercados monetarios, de forma que los mercados financieros del mundo disfrutan de liquidez para poder financiar proyectos grandes y pequeños en las empresas, con unos resultados tremendamente positivos. No obstante esta situación provoca índices de endeudamiento en las empresas altos, dada la alegría de los mercados, empresas y organizaciones públicas se relajan en sus sistemas de control,  de forma que se alcanzan endeudamientos que si bien en tiempos de bonanza no son preocupantes, en el momento que hay un ciclo negativo, condicionan de forma determinante la supervivencias de las empresas.

Uno de los grandes problemas, es que las hipotecas que estaban inyectando los flujos monetarios a los mercados, provenían de hipotecas insolventes, es decir, de personas con una alta probabilidad de no poder hacer frente a la deuda hipotecaria contraída. Había una falta de previsión de riesgos muy alta derivada de un criterio a priori simple y a posteriori catastrófico, que es que el valor del activo subyacente de esos títulos hipotecarios, es decir, los inmuebles, crecería de forma sostenida permitiendo que las entidades financieras en caso de insolvencia, pudieran recuperar la deuda desahuciando a los hipotecados, y vendiendo las viviendas, cosa que la historia ha demostrado que no ha sido así.

Estas innovaciones financieras, no solo se dieron a través de los títulos hipotecarios, sino a través de un sin fin de instrumentos financieros innovadores, que a priori tenían una perspectiva positiva por su inyección de capitales al mercado monetario, permitiendo el crecimiento de las empresas, pero que adolecían también, de sistemas de control del riesgo suficiente como para evitar sus usos indebidamente.

Una vez llegada la crisis,  todos estos riesgos ven la luz, ya que estas innovaciones  tenían como hemos comentado una evaluación de riesgos inadecuada, y en la mayoría de ocasiones las personas  impulsoras eran  conscientes de los mismos. No obstante entraba en juego el conflicto de intereses, es decir, cuando el gestor de esos riesgos e impulsor de estas innovaciones, sabe que esta introduciendo riesgos extraordinarios en el mercado, pero una parte astronómica de su riqueza personal, vendrá determinada por incrementos en su stock options, bonus, etc de forma que como poseían horizontes temporales delgados en sus cargos, ninguno tenía la preocupación adecuada por los riesgos citados, con el más que probable pensamiento, “a mi esta no me pillará y de aquí pillo un buen pellizco” .

Nos encontramos en un sistema económico tocado, un sistema que ha enfermado, con un virus llamado irresponsabilidad. La irresponsabilidad derivada de que nadie se iba hacer cargo de las decisiones tomadas, si algo iba mal los contribuyentes seria los que en ultimo termino se harían cargo  de sus decisiones irresponsables.

En este contexto, una vez llegado al “crash” económico en el que nos encontramos, es cuando gobiernos, de todo el mundo dan mayor importancia a un debate abierto ya en muchos foros internacionales en relación a la responsabilidad social de las empresas, donde entran a debate muchos de los instrumentos creados los últimos años tremendamente positivos y que no se deben eliminar, pero deben ser revisados y eliminar esa falta de respuesta responsable por parte de las empresas mediante algún sistema de control.
El movimiento a favor de la responsabilidad social de las empresas reivindica un sistema sostenible, medioambiental, social y económicamente, y que las empresas asumieran funciones de políticas públicas mejorando su habilidad para dar respuestas a los problemas de las sociedades de hoy y asumiendo su papel social como agente en las sociedades modernas.

Estos cambios, son los nuevos paradigmas del presente, son una realidad donde la comunidad académica y económica están de acuerdo. Paradigmas donde entra en la consciencia colectiva de las sociedades que no podemos continuar con la inercia económica del pasado, y donde el modelo neoliberalista está muerto y debemos enterrarlo. Es evidente que un sistema, como el sistema económico mundial, entendiéndolo como un todo, no pueda cambiar de un día para otro, y  es en este punto donde todos los agentes económicos del mundo, debemos encontrar fórmulas de transición económica pasando del antiguo paradigma al nuevo paradigma de Responsabilidad Social de las Empresas, y se deben encontrar fórmulas de transición que no dejen millones de víctimas laborales en el camino, y más en un momento tan delicado como la crisis actual.

Estos periodos de transición, de paso del viejo paradigma al nuevo paradigma, las empresas deben incorporar a sus planes estratégicos, la creación de empleo como objetivos inmediatos, dado que es básicamente el beneficio social del que disfrutan los ciudadanos del mundo. El empleo es lo que dignifica a las persona, y la creación del mismo debe ser en unas condiciones de dignidad y estabilidad para con sus conciudadanos. La creación de empleo se debe recuperar como una idea básica de la actividad económica, como la forma de beneficiarse de esta actividad económica. 

Todos estos profundos cambios en la concepción de la actividad económica, deben ser asumidos desde el sosiego y el pragmatismo, es decir, llegar a acuerdos consensuados entre los diferentes agentes, para dar una solución pacífica y negociada a un periodo de transición necesario entre el neoliberalismo agónico y una nueva forma de entender la economía desde la responsabilidad social empresarial.

Este es el nuevo marco, el nuevo terreno de juego, donde los directivos deben jugar sus cartas, donde las empresas deberán jugar en su toma de decisiones en la funciones financieras, de producción, de marketing, de recursos humanos, etc. y  donde se exigirá a las nuevas direcciones estos cambios de paradigma, porque ya no se observa displicencias contrarias más allá de los viejos neoliberalistas, doblados y agonizantes por la comunidad académica internacional.

Es un nuevo marco, un nuevo marco cargado de valores nuevos y antiguos: desarrollo sostenible, sostenibilidad, justicia, equidad, responsabilidad, etc., enterrando los valores de los años 80, y con un consenso internacional sin precedentes, y con un gran consenso también por parte de las empresas. Donde pasaremos a modelos más sobrios de crecimiento, donde deberemos de discernir entre lo que consumimos y producimos, y donde los resortes económicos de los planteamientos anteriores son estrictamente diferentes. Deberemos de realizar un esfuerzo en reconsiderar la sociedad que hemos vivido hasta ahora, y pasar de la excitación del consumismo desmedido a pasar a un consumo responsable, donde las empresas desde sus papeles de comunicación deben de primar modelos más equilibrados.

En este contexto se van a desarrollar los próximos años, y  va a ser condicionado por este análisis, por este modelo más razonable, donde las organizaciones deben asumir su papel como agente social dentro del entorno al que se dirigen, donde una sociedad dirigida por campañas de publicidad patrocinadas por personas irresponsables, se ha dado un baño de realidad de golpe y ha despertado del largo letargo provocado por la bonanza económica y los malos usos de las empresas. Son los nuevos tiempos, son las nuevas reglas, y debemos aprender que los cortoplacismos, las irresponsabilidades y los intereses individuales, no pueden ir en contra del bien general, del crecimiento como sociedades avanzadas.
Este es el nuevo paradigma, este el nuevo signo de los tiempos.

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